Quizás el puesto más
ingrato en fútbol sea el del arquero. Muchos sueñan con hacer goles, gambetear o
tirar un centro pasado al segundo palo. Escasos son los que conocen el placer por
estar debajo de los tres palos. Ahí, sólo. Sufriendo en silencio cada ataque
rival. Siendo el responsable de cuidar todo ese mundo, el arco.
La Unión Soviética tenía casi siete años de existencia en 1929. Quedaba
atrás La Revolución
de Octubre encabezada por Lenin y Trotski. En este mismo año y mes nacería el superior
exponente de una especie. Elegante, vestido en absoluto por el negro. Un metro con 89. Peinado prolijo y
engominado. Serio y sobrio. Más fiel que un perro.
Moscú, la fría, sería
el lugar autóctono de Lev Ivanovich Yashin. Convenció al mundo de que el arquero
tiene un papel fundamental. Hombre de reflejos sobrenaturales. El mejor de la
historia.
Parecía que tenía ocho
brazos. La Araña Negra
fue fiel a una bandera durante toda su carrera. Celeste y blanca. Dinamo de Moscú. En el año 1949 comenzó a formar parte del equipo. Antes
de volar de palo a palo trabajaba como mecánico de aviones. Era arquero de
hockey sobre hielo en el equipo del trabajo. A la edad de 17 años tuvo que
reemplazar al guardameta de la sección fútbol. Lev empezaría a caminar en su
verdadero territorio. El área grande.
Ganó cinco Ligas Soviéticas y tres copas
locales. La selección de la URSS
(Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) vivió sus momentos más gloriosos
con Yashin. Atajó en 78 oportunidades. Ganó en 1956 Los Juegos Olímpicos de
Melbourne, y daría el gran batacazo como campeón de la Eurocopa en 1960. Disputó
cuatro mundiales, desde 1958 hasta 1970. En todos, avanzó por lo menos a los
cuartos de final (en Inglaterra 66 alcanzó la semifinal). Una vez que dejó el arco
del equipo nacional, la URSS
tardó 12 años en volver a jugar un mundial. El arco soviético ya no estaba
embrujado por sus insignias.
Es el único arquero de la historia en ganar el
Balón de Oro, año 1963. Una hazaña casi imposible de pensar en el fútbol
moderno. Jugó 326 partidos en la Liga
Soviética, marca récord. En 270 partidos, su arco terminó en
cero. Atajó más de 150 penales. Esa situación cruel para el arquero. Un tipo a
12 pasos queriendo partir la red de un zapatazo. No era temor para La Araña Negra.
Un innovador dentro del mundo del fútbol. Fue
el primero de la historia en usar guantes. Mundial de Suecia 1958. Vestido todo
de negro, sostenía que era un color que pasaba desapercibido. Buen salto y un
anticipo increíble. Velocidad en los reflejos. Vuelo elástico. ¿Vas a patear
desde afuera del área chango?
En 1971, cuando ya había sostenido el mundo
con las manos, Lev Yashin le dijo basta al fútbol. En su partido despedida, se
sacó sus históricos guantes negros y se los dio al arquero uruguayo Ladislao
Mazurkiewicz. “Tu serás mi sucesor”, dijo La Araña.
A pesar de los evidentes cambios políticos en
Rusia, la huella de Yashin fue imborrable para las repúblicas de la antigua
federación. Las autoridades de Moscú levantaron una estatua en muestra de
cariño y respeto. Logró el grado de coronel en el Ejército soviético y fue honrado
con las Órdenes Bandera Roja y Lenin. También fue galardonado como miembro del
Comité de Estado del Deporte de la
URSS y obtuvo el diploma del Comité Central del Partido
Comunista de la Unión
Soviética. Perdió la vida en marzo de 1990 tras una difícil
enfermedad.
Araña Negra. Loco talentoso del balónpie. Ave
Fénix de los tres palos. Eficaz siempre. Nunca para la foto. Fiel a su Moscú
natal. Corajudo rompedor de récords. Cuando vayas a patear un penal, no sientas
nervios, y agradecé que 12 pasos más adelante no está Lev Yashin, La Araña Negra de Moscú.
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